Diario HOY | Breve caminata después de comer ayuda a combatir la diabetes, según un estudio

2022-08-21 05:44:44 By : Mr. Fisher Woon

Investigadores de la Universidad de Limerick, en Irlanda, advirtieron que se necesita menos ejercicio del estimado. Cuánto es el tiempo recomendado y por qué.

Salir a caminar después de comer puede reducir el nivel de azúcar en sangre y el riesgo de diabetes de tipo 2, sugiere un estudio.

Según los expertos, lo óptimo es hacerlo entre 60 y 90 minutos después de comer, ya que es cuando los niveles de azúcar en sangre suelen alcanzar su punto máximo y permite a los músculos absorber el combustible de la comida. El objetivo debe ser un paseo de 15 minutos, pero incluso los “mini paseos” de dos a cinco minutos ofrecen algún beneficio.

Investigadores de la Universidad de Limerick en Irlanda analizaron siete estudios en los que se comparaban los efectos de estar sentado, de pie o caminando sobre medidas de salud cardíaca, como los niveles de insulina y azúcar en sangre. Descubrieron que caminar ligeramente después de una comida tenía un impacto significativo en la moderación de los niveles de azúcar en sangre.

En cinco de los estudios, ninguno de los participantes tenía prediabetes o diabetes de tipo 2. En los dos restantes se examinó una mezcla de personas con y sin dichas enfermedades. Se pidió a los participantes que estuvieran de pie o caminaran de 2 a 5 minutos cada 20 o 30 minutos a lo largo de un día.

Los siete estudios demostraron que unos pocos minutos de caminata de ligera intensidad después de una comida eran suficientes para mejorar significativamente los niveles de azúcar en sangre en comparación con estar sentado. Cuando los participantes hacían esto, sus niveles de azúcar en sangre subían y bajaban más gradualmente.

Evitar las fluctuaciones bruscas de los niveles de azúcar en sangre es fundamental para los pacientes que controlan la diabetes. También se cree que las fluctuaciones bruscas contribuyen al desarrollo de la diabetes de tipo 2.

Incluso el mero hecho de estar de pie ayudó a reducir los niveles de azúcar en sangre, aunque no tanto como caminar ligeramente. Esto se debe a que caminar ligeramente requiere un compromiso más activo de los músculos que estar de pie y utiliza el azúcar cuando hay mucha cantidad circulando en el torrente sanguíneo.

Aidan Buffey, autor principal de la revisión, publicada en la revista Sports Medicine, dijo que un mini paseo de dos o tres minutos es más práctico durante la jornada laboral. La gente “no se va a levantar a correr en una cinta o a dar vueltas por la oficina”, dijo, pero sí puede tomar un café o incluso dar un paseo por el pasillo.

En esa línea, el doctor Euan Ashley, cardiólogo de la Universidad de Stanford que no participó en el estudio, afirmó en diálogo con Daily Mail: “Moverse, aunque sea un poco, merece la pena y puede producir cambios cuantificables”. Para las personas que no pueden encontrar unos minutos para pasear, “estar de pie les ayudará en parte a conseguirlo”, señaló.

Para las personas que trabajan desde casa, los expertos sugirieron una caminata corta alrededor de la cuadra entre las reuniones de Zoom o después del almuerzo.

“Mientras más normalicemos las mini caminatas durante la jornada laboral, más factibles serán y si estás en un entorno rígido, ahí es cuando pueden surgir las dificultades”, advirtió Buffey. Según Ashley, “en caso de no poder tomarse esos pocos minutos, lo ideal es permanecer de pie”.

La diabetes afecta a más de 1 de cada 10 argentinos y se calcula a nivel mundial que más del 90% de los casos son de diabetes tipo 2, que se asocian con sobrepeso, obesidad, edad avanzada y antecedentes familiares. Esta es una enfermedad crónica “silenciosa”, que puede pasar años inadvertida. Se estima que el 45% de las personas con diabetes no tiene diagnóstico y que, en su enorme mayoría, tienen diabetes tipo 2.

Históricamente, había una mirada “glucocéntrica”, centrada únicamente en el control de la glucemia como objetivo terapéutico de la diabetes. Sin embargo, aunque el control de los niveles de glucosa en sangre es indispensable, los especialistas destacan la necesidad realizar un abordaje más integral, atendiendo también aspectos vinculados con factores de riesgo cardiovascular y renal.

Radiografía mostrando cáncer de pulmón.

"Las acciones para reducir el riesgo de cáncer deben combinarse con estrategias integrales de control que incluyan esfuerzos para respaldar el diagnóstico temprano y el tratamiento efectivo", sugieren los expertos.

Casi la mitad de las muertes por cáncer a nivel mundial pueden atribuirse a factores de riesgo prevenibles, entre los que destacan fumar, beber demasiado alcohol o tener sobrepeso, sugiere una nueva investigación publicada este sábado por la revista médica británica The Lancet.

“Hasta donde sabemos, este estudio representa el esfuerzo más grande hasta la fecha para determinar la carga global de cáncer atribuible a los factores de riesgo, y contribuye a un creciente cuerpo de evidencia destinado a estimar la carga atribuible al riesgo para cánceres específicos a nivel nacional, internacional y a nivel mundial”, escribieron en el estudio Chris Murray, director del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, y sus colegas.

Los científicos recopilaron y analizaron datos globales sobre fallecimientos por cáncer y discapacidad entre 2010 y 2019 en 204 países, donde se examinaron 23 tipos de cáncer y 34 factores de riesgo.

Específicamente, los investigadores encontraron que en 2019, el 44,4 % de todas las muertes por cáncer y el 42 % de los años saludables perdidos podrían atribuirse a factores evitables.

Los principales cánceres en términos de muertes que podrían haberse prevenido fueron los de tráquea, bronquios y pulmón tanto para hombres como para mujeres.

Una conclusión aún más preocupante del estudio es que este tipo de decesos está en aumento a nivel global, con una subida de 20,4 % entre 2010 y 2019.

En cuanto a las zonas geográficas, las regiones más afectadas son Europa central, EE.UU., el sur de América Latina y Europa occidental.

“Las acciones para reducir el riesgo de cáncer deben combinarse con estrategias integrales de control que incluyan esfuerzos para respaldar el diagnóstico temprano y el tratamiento efectivo”, sugieren los autores.

En otro artículo publicado junto con el nuevo estudio en The Lancet, los doctores Diana Sarfati y Jason Gurney, de la Agencia de Control del Cáncer Te Aho o Te Kahu (Nueva Zelanda) señalaron que los factores de riesgo prevenibles están relacionados con el nivel de pobreza de cada región.

“La pobreza influye en los entornos en los que vive la gente, y esos entornos dan forma a las decisiones de estilo de vida que las personas pueden tomar”, explicaron, concluyendo que la prevención primaria del cáncer a través de la erradicación o mitigación de los factores de riesgo modificables es la “mejor esperanza de reducir la carga futura del cáncer”.

Foto Iustrativa. REUTERS/Dado Ruvic

Los contagios de la viruela del mono aumentaron un 20 % la semana pasada sumando 7.500 nuevos casos de contagio y siguiendo la misma tendencia al alza que la semana anterior, anunció la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los casos acumulados superan los 35.000 y la enfermedad -que hasta hace escasos meses se veía solo en regiones endémicas de Africa- ahora está presente en 92 países y ha provocado un total de doce muertes desde que se declaró el actual brote.

La viruela del mono está circulando casi exclusivamente en Europa y en América, y casi todos los casos siguen siendo de hombres que tienen sexo con otros hombres, pero los expertos de la OMS han advertido de la importancia de proteger del virus a todas las personas que vivan en el mismo domicilio del enfermo.

La OMS dijo que también que ha sido informada del caso de un perro que contrajo la viruela del mono, el primero que se conoce de una transmisión del ser humano a un animal.

Señaló que no se trata de una situación “inesperada” porque las mascotas viven en un entorno cerrado y tienen proximidad con el infectado, como el resto de miembros de la familia.

El director de Emergencias Sanitarias de la OMS, Mike Ryan, consideró que el riesgo en esta situación no tiene que ver con un único animal infectado, sino de la posibilidad de que el virus se instale en una nueva especie y pueda evolucionar en ella, lo que podría cambiar la manera en la que actúa o la respuesta inmunitaria que provoca.

“No debemos permitir que el virus se establezca en otra población animal, hay que tomar todas las precauciones”, indicó el especialista en una rueda de prensa.

En la misma comparecencia, la experta de la OMS en la viruela del mono, Rosamund Lewis, enfatizó que hay varias formas de protegerse en el ámbito familiar: aislando al enfermo, manteniendo una buena higiene y manipulando con cuidado los desechos.

La vacuna es otra opción, pero actualmente la demanda supera ampliamente la oferta, que por ahora está en gran parte en manos de la farmacéutica danesa Bavarian Nordic, que ya ha cerrado acuerdos para la venta de una buena parte de su producción a Estados Unidos.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, reconoció que hay preocupación en la organización por el riesgo de una nueva situación de acceso desigual a las vacunas, en las que los más pobres serían dejados de lado, como ocurrió durante la pandemia de la covid-19.

La OMS se encuentra en contacto con Bavarian Nordic, con la que discute opciones como la transferencia de tecnología o que autorice que otros laboratorios produzcan su vacuna, cuya exclusividad está protegida mediante patentes.

La vacuna, sin embargo, “no es una solución mágica” al brote de viruela del mono porque todavía no hay datos concluyentes sobre su efectividad, que se sabe que no es total y que se aproximaría más a un 85 %, comentó Lewis.

Esto explicaría que se hayan visto algunos casos de reinfecciones incluso entre personas vacunadas.

Por ello, la experta recordó que la prevención también consiste en reducir el número de parejas sexuales y evitar el sexo en grupo, así como las parejas esporádicas.

Argentina, país líder en el rugby en América Latina, realiza un estudio pionero en la región sobre las lesiones cerebrales que afectan a largo plazo a los jugadores de ese deporte, de manera de prevenir las posibles consecuencias de su práctica en el deterioro cognitivo. 

La investigación, a cargo de los neurólogos Fernando Salvat y Julieta Russo, comenzó en febrero de este año en el Instituto Fleni de Buenos Aires y se extenderá por 12 años, con cortes transversales.

“La información que solicitamos nos va a ayudar a sacar conclusiones para que se tomen decisiones preventivas y los deportes se puedan seguir haciendo de una manera cada vez más segura”, explicó a AFP Salvat, quien también jugó al rugby en la Primera División de Alumni, uno de los clubes más tradicionales de Argentina.

En la investigación participan 140 exrugbiers, de entre 35 y 75 años de edad. El estudio contempla una evaluación neurocognitiva cada dos años y una resonancia y una extracción de sangre para detectar biomarcadores que indiquen lesión cerebral cada cuatro años.

Además, los familiares deberán completar anualmente un cuestionario para registrar posibles alteraciones en el funcionamiento motor y cerebral del voluntario.

Salvat y Russo habían sido contactados en 2015 por la Unión Argentina de Rugby para hacer un seguimiento como evaluadores independientes del fenómeno de las conmociones cerebrales, un pedido que impulsaba la World Rugby.

De esa experiencia surgió la motivación para realizar un estudio más ambicioso, que establezca patrones sobre la evolución a largo plazo de quienes practican ese deporte.

El estudio contempla que los pacientes hayan jugado en diferentes posiciones, aunque hasta ahora no hay evidencia de que alguna en particular genere mayor riesgo, a diferencia de lo que ocurre en el fútbol.

“En el fútbol está claro que el cabezazo es la situación de juego que más predispone a la conmoción cerebral, por eso hay bastante evidencia científica de que los defensores con el tiempo tienen mayor impacto cognitivo que los que cabecean más esporádicamente”, indicó Russo.

Con su investigación, estos neurólogos tratan también de desterrar las que consideran ideas erróneas, como por ejemplo que la conmoción cerebral implica la pérdida momentánea del conocimiento.

“Apenas 10% pierde la conciencia con una conmoción cerebral, por eso es importante que todos los que están cerca de los jugadores durante los partidos estén atentos a las señales de que no están bien, para sacarlos inmediatamente de la cancha”, refirió Salvat.

Russo apuntó que justamente debido a la dificultad en la detección “está demostrado que se reportan menos conmociones de las que ocurren realmente, y por eso el principal predictor de deterioro cognitivo ahora es la duración de la carrera deportiva y no la cantidad de conmociones que se reportan”.

Salvat y Russo saben que mientras esperan los resultados del estudio hay mucho para hacer en términos de prevención.

“Es fundamental, por ejemplo, mejorar la técnica del tackle, donde se presenta 95% de los riesgos de tener una conmoción cerebral durante el partido. Debería inculcarse desde las divisiones juveniles hacerlo con los dos hombros, encuadrar bien”, dijo Salvat.

En este sentido, el especialista destacó la importancia de que la World Rugby haya decidido subir las penalidades para el tackle alto durante los partidos. “Primero no se penalizaba, después pasó a ser tarjeta amarilla y ahora puede ser hasta roja. Con eso se colabora para tratar de hacer el deporte un poco más seguro”, consideró.

Los dos neurólogos coinciden en la necesidad de que todos los actores involucrados en el deporte participen de la prevención, y ven con satisfacción que cada vez más deportistas adhieren a la iniciativa.

“Hoy podemos difundir el conocimiento que se tiene sobre el tema y que el jugador sea un colaborador de este proyecto, no un participante pasivo. Eso también es un aprendizaje, que hacemos junto a ellos”, subrayó Russo.

Un informe del Reino Unido publicado esta semana sostiene que una investigación internacional coordinada resulta vital para fortalecer la comprensión del vínculo entre las conmociones cerebrales de los deportistas y el desarrollo de la demencia.

El estudio del Alzheimer Research Trust y el Health Policy Partnership se ha realizado después de la denuncia de exjugadores de rugby, entre ellos Ryan Jones y Steve Thompson, a la World Rugby y a las federaciones inglesa y galesa por fracasar a la hora de protegerlos de lesiones neurológicas crónicas.

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